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Educación Médica en tiempos postmodernos

Vacunas, hormonas y demás temas polémicos.

Clínica Millet Valencia, Xátiva, Lliria.

Quiero empezar este post contando dos anécdotas que me han sucedido en septiembre. 

La semana pasada, una paciente (y amiga) me preguntó si tenía que vacunar a sus hijos varones contra el virus del papiloma y si las vacunas, en general, eran seguras.  Unas amigas le habían dicho que ella también debía que vacunarse. Mi amiga había entrado en internet y no se había aclarado así que me llamó: “Antón, tu estás vacunando a tus hijos?” ¡Por supuesto!” contesté yo. No me podía creer lo que me estaba preguntando…

Ayer atendí en consulta a una chica de 39 años a la que se le han ido las reglas recientemente por una enfermedad autoinmune que le ha afectado a los ovarios y al tiroides.  El endocrino le había pautado hormonas tiroideas pero cuando yo fui a pautarle la terapia hormonal sustitutiva me dijo que no quería hormonas. Yo le pregunté: ¿“las hormonas tiroideas no son hormonas”? y ella contestó: “sí pero no son peligrosas; lo he leído en internet y me lo ha confirmado mi médico de cabecera”.

¿Qué está pasando? ¿Por qué, con la toda la información que tenemos, las pacientes están tan desinformadas?

He estado pensando sobre este tema y ayer lo comenté con mi mujer. Me dijo algo que me dio una pista: “los médicos habéis pasado de ser el único interlocutor válido a ser “uno más” en la conversación”. No se me había ocurrido… ¿Es posible que la ciencia haya perdido la posición desde donde predicaba en solitario y hoy sea sólo una fuente más de información? ¿Qué otros actores opinan ahora en estos debates “públicos”? 

Se me ocurren algunos ejemplos. Hay pacientes con profundas convicciones anticapitalistas que dudan sistemáticamente de todo lo que desarrollan las multinacionales farmacéuticas. También hay pacientes obsesionadas por “lo natural”, sea la comida, el deporte o el estilo de vida. Las llamo, medio en broma medio en serio las “Apóstoles de lo Natural”. Mención especial merecen los medios de comunicación: algunos se hacen eco de forma indiscriminada tanto de bulos cómo de resultados científicos rigurosos y solventes. ¿No deben los periodistas contrastar las noticias? Son muy responsables de lo que pasa. Y qué decir de algunos médicos, no especialistas en ginecología qué opinan alegremente sobre todo lo que se les ocurre. 

Y seguramente me dejo algo en el tintero…

Sin embargo, aunque los ejemplos no faltan, no quiero tampoco exagerar: la mayoría de mis pacientes son razonables. Pero veo, con creciente alarma, que hay cada vez más elementos “distorsionadores de la realidad” a mi alrededor.  Y tampoco digo que todos los elementos que he enumerado arriba sean ignorantes o irresponsables.  Para nada. En el caso de los médicos, es posible que muchos de ellos infravaloren el impacto de las enfermedades que las vacunas han erradicado ya que no han visto con sus ojos ningún caso. Las vacunas quizás hayan sido víctimas de su propio éxito. YO SÍ HE VISTO condilomatosis vulvares y vaginales en chicas de 20 años y… ¡no dudo en recomendar la vacunación! 

¿Significa eso que niego los riesgos? ¡No! Los riesgos existen pero la gente los magnifica. Por ejemplo, si tratas a 10.000 mujeres durante 5 años con terapia hormonal sustitutiva y comparas la incidencia de cáncer de mama con la de un grupo de 10.000 mujeres tratadas con placebo, observas un exceso de cánceres de mama de 8 en el grupo tratado con hormonas. ¿Significa esto que en el grupo tratado con placebo no aparecen tumores? No. Significa que, comparando con el grupo tratado con hormonas, en el grupo sin hormonas aparecen 8 casos menos al cabo de 5 años. El riesgo es bajo pero en al debate público sólo trasciende el número 8: nadie contempla el número 10.000, el tiempo de seguimiento (5 años) ni los beneficios cardiovasculares ni óseos. 

¿Mi conclusión? El debate está tan abarrotado de actores muy dispares y con opiniones tan asentadas que es difícil que las autoridades sanitarias diseñen campañas informativas eficaces. Creo que el peso de la educación sanitaria debe recaer en los profesionales y los medios de comunicación. En el caso de los profesionales sanitarios, este tiempo dedicado a la educación debería compensarse. 

Antón Millet. 5/10/19

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