Siempre me ha llamado la atención cuando alguna paciente menopáusica me comentaba que había perdido memoria y que su capacidad mental se había reducido. “¿Tiene algo que ver con las hormonas? “No está nada claro” solía ser mi contestación – Es lo que suelo contestar cuando desconozco la respuesta 😊…-.
Esta semana he asistido a un congreso en Lisboa y me han sorprendido algunos datos nuevos que intentan explicar la relación entre el deterioro cognitivo de algunas mujeres menopáusicas y los sofocos, la pobre calidad del sueño, la depresión y/o los niveles de estrógenos. Este post no me resulta nada sencillo por la incertidumbre que todavía rodea a este tema. Por lo tanto, no voy a dar conclusiones, sino que voy a plantear hipótesis, posibles explicaciones… el tiempo se encargará de aclarar este tema.
En el centro del problema hay un hecho claro: muchas mujeres menopáusicas se quejan de un empobrecimiento en su capacidad intelectual, especialmente en lo que respecta a capacidad de aprender y memoria verbal (capacidad de recordar una lista de palabras, por ejemplo, lista de encargos, teléfonos, …). Este hecho es bastante habitual, pero para vuestra tranquilidad os diré que la disminución de la capacidad mental es ligera y que no suele llegar a niveles patológicos. En la mayoría de los casos revierte al cabo de unos años… Así que puedes estar tranquila: si has perdido un poquito la memoria o te parece que estás “empanada” (me encanta esa palabra, je, je…), puedes estar tranquila porque no es Alzheimer.
Sin embargo, hay un pequeño grupo de mujeres (10%) que sí presenta un deterioro cognitivo progresivo hasta acabar en una demencia. Supongo que me preguntaréis: ¿Cómo saber si nosotras formamos parte de ese reducido grupo? No os puedo contestar con precisión… Lo siento.
Lo que sí os puedo decir es que hay varios elementos que influyen decisivamente en el deterioro cognitivo de la menopausia: los niveles hormonales, la calidad del sueño, la frecuencia e intensidad de los sofocos y la depresión nerviosa. No voy a entrar en detalles. Solamente quiero que os quedéis con varios mensajes:
- habla con tu médico. Se ha demostrado que lo que los pacientes perciben es lo que se confirma luego en los tests neurológicos: si notas que tu rendimiento mental disminuye probablemente estés en lo cierto.
- Si has tenido una menopausia temprana – antes de los 50 años- y tienes muchos sofocos, la terapia hormonal sustitutiva podría mejorar tu calidad de vida – reduciendo los sofocos- y mejorar tu rendimiento mental a corto y largo plazo. Los sofocos nocturnos, generan una disfunción cerebral importante y obliga a ciertas áreas cerebrales implicadas en la memoria y el aprendizaje – hipocampo y córtex prefrontal- a buscar ayuda de otros centros neuronales. Las resonancias nucleares magnéticas permiten detectar esa actividad “en localizaciones atípicas” coincidiendo con los sofocos.
- Cuida la cantidad y la calidad de tu descanso nocturno. El insomnio, los despertares frecuentes y la duración insuficiente del sueño empeoran el rendimiento mental. Me sigue sorprendiendo la cantidad de personas que utilizan medicamentos para dormir pero que no tienen ni la más mínima “higiene del sueño”: siguen teniendo una televisión en su habitación, no hacen deporte, no se relajan antes de dormir, miran el móvil antes de apagar la luz, no tienen horarios “fijos”…
- Por último, si te notas deprimida es muy probable que esto empeore tu rendimiento intelectual: es importante que consultes con tus médicos ya que ciertos tratamientos psicoterapéuticos o antidepresivos son lo único que hace falta para mejorar.
De todo esto saco la conclusión de que hay que cultivar, desde la llegada de la menopausia – y antes si puede ser- una buena reserva intelectual para cuando lleguemos a los 70 años. Igual que con la forma física, los hábitos de vida saludables o las relaciones sociales, la capacidad intelectual es algo que no se improvisa. Os recomiendo que leáis, que limitéis el tiempo dedicado a las redes sociales, que viajéis y os intereséis por comprender lo que descubrís en esos viajes (¡ir a Disney no sirve!), que conozcáis a gente nueva y que escuchéis sus puntos de vista. Todo eso refuerza vuestro funcionamiento cerebral y os ayudará a envejecer evitando a las tan temidas demencias.
Antón Millet
1 de noviembre de 2022
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