Estés embarazada o no, las radiaciones solares suponen un peligro para tu piel: aceleran su envejecimiento y favorecen la aparición de melanoma. Durante la gestación, debido al efecto de las hormonas, la piel se vuelve más sensible y propensa a quemarse con más facilidad; los niveles de melanina varían pudiendo provocar una excesiva pigmentación. La aparición de cloasma (mancha que aparece en la cara durante el embarazo) puede ser un indicativo de que tu piel reaccionará mal a los rayos del sol, así que toma precauciones. Igualmente, tumbarse durante horas al sol incrementa el riesgo de insolación y deshidratación, perjudiciales no sólo para ti sino para el correcto desarrollo del feto.
A pesar de lo mencionado, sabemos que es difícil resistirse a lucir un bonito color. Por eso presta atención a las siguientes recomendaciones:
- Bebe grandes cantidades de líquido.
- Utiliza crema solar con un índice mínimo de protección 15 y que proteja de los rayos UVA y UVB.
- Aplica la crema media hora antes de tomar el sol y renuévala cada dos horas o después de cada baño.
- Evita las horas de mayor radiación: entre las 12.00 y 16.00.
- Cúbrete la cabeza con un gorro y los ojos con gafas de sol.
- Las primeras exposiciones al sol deben ser breves para poder habituarse a los efectos de los rayos solares progresivamente.
- No tomes el sol después de una depilación, limpieza de cutis o peeling corporal: la piel está especialmente sensible y vulnerable.
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