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Ejercicio físico como prevención y control de la diabetes Mellitus Tipo2

La diabetes mellitus tipo 2, y la situación de pre-diabetes (intolerancia a la glucosa, niveles de glucemia alterada en ayunas) son condiciones caracterizadas por diversos niveles de resistencia a la insulina y/o alteración en la secreción de insulina que desencadenarán una situación de hiperglucemia (Hordern et al., 2012).

Aunque el ejercicio físico es una estrategia de prevención y control de la diabetes mellitus tipo 2 (Sigal et al., 2006; Hordern et al., 2012) está muy poco utilizada (Hordern et al., 2012), pese a formar parte de las recomendaciones institucionales como la American Diabetes Association (ADA, 2014). Las evidencias científicas constatan los amplios beneficios que desencadena la realización de ejercicio físico adecuadamente diseñado (Sigal et al., 2006):

  • Reducción modesta de peso corporal y de grasa corporal.
  • Reducción del riesgo (aproximadamente de un 58%) de progresar de situación de pre-diabetes a diabetes tipo 2.
  • Mejor control glucémico.
  • Prevención de enfermedades cardiovasculares (Marwick et al., 2009).

La dosificación del ejercicio físico para obtener estos beneficios se centra en un programa de ejercicio físico cardiovascular y otro neuromuscular. En este sentido la Asociación Americana de Diabetes (ADA) sugiere los siguientes parámetros (Sigal et al., 2006):

ejercicio-cardiovascular

En lo que respecta al ejercicio neuromuscular tanto la ADA como la Exercise and Sports Science Australia (ESSA) coinciden en recomendar el siguiente plan de entrenamiento (Hordern et al., 2012):

tabla

Este programa debería seguirse al menos por 2 días a la semana (Hordern et al., 2012). Algunos estudios han encontrado mejoras sobre la rigidez arterial y la resistencia a la insulina tras 3 semanas de ejercicio físico (Marwick et al., 2009) pero para obtener más beneficios que incidan positivamente sobre la salud, deberá prolongarse al menos por 12 semanas (Umpierre et al., 2011).

Ambas instituciones de referencia recomienda la importancia de una supervisión por parte de un profesional (Sigal et al., 2006; Hordern et al., 2012), para garantizar la seguridad y la eficacia del programa.

En lo que a seguridad se refiere, se debe a que la propia patología genera situaciones que se deben conocer y controlar para evitar efectos no deseados por la realización del ejercicio físico, destacando:

  • Patología microvascular como las retinopatías (donde los ejercicios anaeróbicos y la maniobra de Valsalva estarían contraindicadas).
  • Neuropatías periféricas.
  • Microalbuminuria y nefropatías.
  • Hipoglucemias (derivas por un mal control de la glucemia, personas de edad avanzada, multifármacos orales hipoglucemiantes y tratamientos insulínico) (Hordern et al., 2012).
  • Riesgo cardiovascular.
  • Enfermedad vascular periférica.
  • Hipertensión.
  • Alteraciones articulares.
  • Cuidado del pié (debido a que las sensaciones pueden estar perjudicadas, y por tanto, impactos como los que genera correr pueden ser perjudiciales).
  • Finalmente se debe atender a la realización de un buen calentamiento.

Así mismo, hay que poner énfasis en educar a los pacientes en reconocer los signos y los síntomas de hipo e hiperglucemica así como los de un infarto al corazón, y los beneficios de una adecuada hidratación (Marwick et al., 2009).

Estas recomendaciones son generales y pretenden obtener beneficios si son mantenidas por las personas afectas de prediabetes y diabetes mellitus 2, pero también es cierto que la correcta estructuración y personalización del ejercicio genera efectos superiores sobre las mejoras de salud vinculadas, que si se lleva a cabo sin dicha estructuración y personalización (Umpierre et al., 2011).

Consecuentemente se puede concluir que en personas que tenga el metabolismo de la glucosa afectado, alteraciones insulínicas o padezcan ya una diabetes mellitus tipo 2 consolidada, el ejercicio físico adecuadamente estructurado y apropiadamente supervisado, asegurará beneficios muy importantes para la salud. Beneficios que se verán fuertemente potenciados se el ejercicio físico resulta una herramienta más, combinada a las estrategias nutricionales y farmacológicas establecidas por el servicio de endocrinología.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS:

Sigal RJ, Kenny GP, Wasserman DH, et al. Physical activity/exercise and type 2 diabetes. Diabetes Care 2006; 29 (6):1433-1438.

Hordern MD, Dunstan DW, Prins JB, et al. Exercise prescription for patients with type 2 diabetes and pre-diabetes. A position statement from Exercise and Sport Science Australia. J Science Medicine in sport 2012; 15: 25-31.

Umpierre D, Ribeiro PA, Kramer CK, et al. Physical activity advice only or structured exercise training and association with HbA1c levels in type 2 diabetes. JAMA 2011; 305 (17): 1790-1799.

Marwick TH, Horderns MD, Miller T, et al. Exercise training for type 2 diabetes mellitus: impact on cardiovascular risk: a scientific statement from the American Heart Association. Circulation 2009; 119: 3244-3262.

American Diabetes Association (ADA). Standards of Medical Care in Diabetes-2014. Diabetes Care 2014; 37 (S1): S14-S80.

Por Dr. Iván Chulvi1 y Dr. Jordi Ferri2
1Dr. Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
2Licenciado en Medicina y Cirugía Médico Especialista en Endocrinología y Nutrición.

 

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