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La presencia del padre en el parto ¿es necesaria?

Un reciente estudio científico realizado por el University College of London y publicado en la revista Social Cognitive and Affective Neurosciencie está suscitando una gran controversia en las últimas semanas. Las conclusiones del estudio en el cual, mediante resonancia magnética, se medía el nivel de dolor de las mujeres en el parto, revelan que, en un porcentaje elevado de embarazadas, éste es mayor en presencia de sus parejas. Hoy en día se ha generalizado la presencia del padre en nuestras salas de partos, con lo que este estudio puede llamarnos poderosamente la atención y esto a nosotros, inquietos cómo somos, nos hace llevar a cabo una serie de reflexiones.

En primer lugar, cabe destacar que el dolor en Medicina, es uno de los síntomas más difíciles de evaluar. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor lo definió como “una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial”. Sin embargo la percepción del dolor no se limita a factores puramente biológicos, sino que está influenciada por las vivencias emocionales, así como por el entorno socio-cultural.

En concreto, en el parto, los factores fisiológicos que van a determinar la percepción del dolor son las contracciones uterinas, la dilatación del cérvix y la vagina, pero también la paridad y la posición fetal. Por otro lado, desde el punto de vista psíquico tanto nuestras experiencias previas, cómo el grado de confianza en nuestro cuerpo, en la persona que os acompaña en este proceso y en los profesionales que nos ayudan, va a influir en esta vivencia. Además no podemos dejar de lado el entorno que nos rodea y con ello la cultura en la que estamos inmersos y su visión negativa del parto. En ocasiones parece que el “parirás con dolor” nos ha acompañado históricamente grabado a fuego en nuestro subconsciente y por ende, es lo que más relacionamos con el parto. Todo esto nos lleva una vez más a plantearnos lo difícil que resulta medir en dolor en un acontecimiento tan emocionalmente impactante como el parto.

En relación al estudio anteriormente mencionado, el obstetra francés Michel Odent, pionero en la defensa del parto natural y precursor de la introducción del parto en el agua, expone en su libro “El bebé es un mamífero” Ed Ob Stare que “el parto es cosa de mujeres” y que en la mayoría de culturas del mundo, las mujeres únicamente se rodean de otras mujeres para dar a luz. Odent defiende la necesidad de feminizar los acontecimientos que rodean al nacimiento, con el fin de garantizar a la mujer la privacidad y no interferir en esa necesidad de dejarse llevar por sus instintos. La presencia del padre durante el nacimiento podría hacer a la mujer segregar más adrenalina por el miedo a perder el control y la sensación de vergüenza. Es conocido que la adrenalina es la antagonista natural de la oxitocina, la hormona que posibilita tanto el parto y el alumbramiento, como la lactancia y las conductas de vínculo y apego posteriores.

¿Y dónde dejamos la figura del padre en todo esto? Debemos recordar que al mismo tiempo que nace un bebé, nace una madre… pero también un padre. Para que podamos experimentar la crianza de manera plena y feliz, es necesario que la pareja se implique desde el inicio del embarazo. Es habitual ver a las mujeres acompañadas de sus parejas en las visitas prenatales a los obstetras y matronas e incluso a la educación maternal ¿les vamos entonces a privar de estar presentes en el recibimiento de su hijo/a?

Desde nuestro punto de vista, lo primero a tener en cuenta es la elección de la mujer. Desde el inicio del embarazo, la mujer es la que decide sobre su cuerpo, a qué profesionales va a acudir o cómo alimentar a su bebé, con lo que debería ser ella la que elija la persona que debe acompañarla en el momento del parto.

Por otro lado, el hecho de que el padre esté presente durante el parto no tiene porqué estar reñido con la feminización del mismo. Lo verdaderamente necesario sería que tanto obstetras, cómo parejas, entendieran el parto cómo un proceso íntimo y único para cada mujer y respetaran ese “lado femenino” del nacimiento. El grado de confianza de la mujer con su pareja, hará que ese miedo a dejarse fluir desaparezca.

Nos quedamos asimismo con la conclusión de Katerina Fotolpoulou, la neurocientífica del University College de Londres que ha dirigido el estudio en cuestión: “Esta investigación ha servido en cualquier caso para demostrar que un mismo modelo no vale para todos, y que es necesario evaluar la personalidad y la preferencias de la mujer y de la pareja”.

 

Dr. Antón Millet • Ginecólogo

 

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Clínica Millet - Clínica de la Mujer
Médicos especialistas en ginecología, reproducción, diagnóstico prenatal, preparto y posparto, pediatría, endocrinología, deporte, psicología y medicina estética en Valencia.

3 comentarios en “La presencia del padre en el parto ¿es necesaria?”

  1. Entonces por lo mismo, no deberían asistir ginecólogos, ni anestesistas, ni matrones ni enfermeros…yo menos la matrona tuve en la preparación y cesárea todo hombres (y era la primera vez que les veía porque fui de urgencia) ! Y creo que a esas horas (tras 19 de parto en el hospital) mi vergüenza estaba ya más que perdida y gracias a todos (sobretodo al Dr Leal) y la compañía de mi marido, fue estupendamente. 😉

  2. Tengo dos puntualizaciones:

    – en el artículo cuando pone “Odent defiende la necesidad de feminizar los acontecimientos que rodean al nacimiento, con el fin de garantizar a la mujer la privacidad y no interferir en esa necesidad de dejarse llevar por sus instintos. La presencia del padre durante el nacimiento podría hacer a la mujer segregar más adrenalina por el miedo a perder el control y la sensación de vergüenza” reflejando la posición de Michel Odent (al que admiro y respeto mucho por otra parte), eso me hace preguntar qué tipo de sexualidad piensa este señor que tenemos las mujeres? Hace tiempo que en mis relaciones íntimas con mi esposo he perdido el dichoso “miedo a perder el control” o “la sensación de vergüenza”…

    – por fin, el estudio ése gira en torno al problema real que es: porqué a los padres se les suele tratar como ceros a la izquierda durante el embarazo/parto? Porqué no se les propone una preparación adecuada? Porqué no se les incluye y se potencia la intimidad del vínculo con la madre para volverlos activos y efectivos frente al dolor, frente a las emociones difíciles de su pareja como pasa en haptonomía por ejemplo?

    Y a partir de este punto estoy completamente de acuerdo con las super profesionales de la Clínica Millet, de poder dejar a las mujeres decidir (pero eso implica haber potenciado la capacidad del padre, no anulado o descartado “por género”…)

    1. Hola Julie,

      Estamos completamente de acuerdo con que, en ocasiones, la figura del padre o la pareja, queda un tanto desdibujada tanto en el momento del parto cómo después en la crianza. En este punto los profesionales deberíamos hacer algo de autocrítica ya que en ocasiones dejamos al margen de todo el proceso a la pareja, centrándonos plenamente en la madre y el bebé, olvidándonos de que se trata de un acontecimiento tan emocionalmente impactante también para ellos. Si preguntamos a las parejas, nos encontramos con que la mayoría quiere ser partícipes, servir de ayuda e implicarse, pero la mayoría no sabe cómo. Los talleres de educación maternal y crianza son un excelente recurso para trabajar esa íntimidad, ese vínculo con su pareja y su hijo/a y dejar fluir las emociones que conllevan la Maternidad/Paternidad.

      Un saludo.

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