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Células Madre: puesta al día de los últimos avances

Las células madre fueron conocidas por el gran público a principios de los años 90. Al principio se esperaba que fuesen el remedio de muchas enfermedades degenerativas,  como el Alzheimer, y que pudiesen regenerar tejidos para tratar enfermedades como las lesiones neurológicas por traumatismos de columna vertebral. Sin embargo, el progreso ha sido muy lento. La fundación de Michael J Fox, volcada en la investigación de la enfermedad de Parkinson, fue una de las primeras organizaciones que apoyó intensamente la investigación con células madre; hace dos años anunció que retiraba su apoyo financiero a la investigación con células madre y que lo transfería a proyectos de investigación más directamente vinculados a la ayuda inmediata de pacientes con enfermedad de Parkinson.

Los investigadores han aprendido poco a poco a utilizar mejor las células madre: qué células utilizar, cómo administrarlas,…; aunque estos conocimientos no han llevado a transformar radicalmente los tratamientos, se han ido acumulando de forma progresiva. Existen más de 4000 estudios clínicos en marcha con células madre sólo en los Estados Unidos; abarcan desde el tratamiento de pacientes con enfermedad cardiaca, ceguera, Parkinson, HIV, diabetes, tumores de la sangre y lesiones de espina dorsal…

Los primeros estudios sugieren que las células madre pueden ser administradas de forma segura. Además de mantener los esfuerzos para demostrar que las terapias con células madre son seguras, en la actualidad las preguntas que se plantean son ¿son efectivos los tratamientos?, ¿Serán mejores que los tratamientos que ya existen?

Las células madre obtenidas de un embrión pueden diferenciarse a cada una de los 200 tipos de células que hay en el cuerpo y, teóricamente, vivir tanto como lo haga el cuerpo, contrariamente a la mayoría de las células. La idea básica de los tratamientos basados en células madre es sencillo: inyectarlas, por ejemplo, en el cerebro para regenerar partes de este. Y lo mismo puede aplicarse a los músculos, la sangre, vísceras y huesos. En teoría, las células madre pueden reparar y hacer crecer de nuevo los tejidos estropeados.

 Sin embargo, el entusiasmo mediático/económico puede haber sobrepasado a los avances científicos. No existe en la actualidad evidencia científica que demuestre beneficios para mejorar la calidad de la piel, el funcionamiento de las articulaciones o el tratamiento de la diabetes. De hecho, muy pocos tratamientos aparte de los trasplantes de médula ósea han demostrado ser efectivos.

En 2001, el Presidente George W Bush prohibió la creación de nuevas líneas de células madre embrionarias. En aquel momento, la destrucción de embriones era la única forma viable de crear células madre, lo cual generó un acalorado debate sobre la ética de desarrollar tratamientos con estas células. En 2006, el japonés Shinya Yamanaka, que posteriormente ganó un premio Nobel, descubrió la manera de transformar células adultas de nuevo en células madre. Hoy, los científicos todavía usan células madre embrionarias, pero ya no dependen tanto de estas células.

Entender cómo trabajan las células madre requiere de ciertos conocimientos en biología. Cada célula del cuerpo tiene el mismo ADN pero no todo el ADN se expresa en todas y cada una de las células: algunas partes del ADN se activan en una neurona mientras que otras partes de ese mismo ADN funcionan en una célula sanguínea. Las células madre derivan de las primeras células creadas tras la concepción, y pueden vivir toda la vida dando a su vez origen a todas las otras células del cuerpo. Las células madre se sitúan en la parte más alta del “árbol genealógico” de los diferentes tipos de líneas celulares: la sangre, los músculos y las células cerebrales  (neuronas); por debajo de estas existen células más específicas (células cardiacas)

La tecnología descubierta por el doctor Yamanaka permite a los investigadores coger una célula de la piel y transformarla en una célula madre pluripotente. Ahora, los investigadores pueden transformar la célula madre pluripotente y diferenciarla de manera que pueda ser inyectada en el corazón. Determinar qué tipo de célula es mejor utilizar para cada enfermedad sigue siendo un reto: la inyección de células madres para curar determinado tipo de enfermedad podría resolver el problema, no tener ningún efecto o llevar al desarrollo de un tumor llamado teratoma. Pueden pasar años hasta que se sepa el efecto del tratamiento: existe un caso de una mujer portuguesa en la que se trasplantaron células madre de su nariz en su espina dorsal; ocho años después, la mujer desarrolló un tumor de células nasales en la zona del transplante y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente para resecarlo.

Más allá del tratamiento de enfermedades, las células madre permiten a los investigadores utilizar nuevas herramientas en el laboratorio para reproducir y estudiar las enfermedades que afectan a las personas.

cultivos embriones
Cultivos de embriones humanos que se usan para cultivar células madre

Kevin Eggan, del Instituto de células madre de Harvard, usa estas células multiplicadas cientos de miles de veces para probar sobre ellas el efecto de fármacos. Hace varios años, este investigador cogió células de piel de 2 pacientes afectadas por la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA); transformó estas células en células madre y luego las diferenció a neuronas. En ese momento detectó un problema eléctrico: las células no se comunicaban entre ellas correctamente lo que probablemente causaba la enfermedad. Multiplicó las células cientos de miles de veces y luego estudió el efecto que sobre estas células tenían ciertos tratamientos. Encontró un fármaco candidato – que actualmente se usa para el tratamiento de la epilepsia- que se empezará a pautar a enfermos ya este año. Obviamente, un cultivo neuronal en laboratorio es mejor para hacer experimentos que una persona enferma. Falta por ver si el fármaco es tan eficaz para tratar la enfermedad en pacientes como lo es en cultivos celulares en laboratorio.

 Como conclusión, el tratamiento de pacientes con células madre llevará tiempo pero pienso que a 20 años vista, impactará profundamente en la medicina y la salud humana. ¿Porqué las grandes inversiones no han llevado ya a mayores y más rápidos avances? El progreso médico es un camino lleno de frenazos y acelerones…

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Dr. Antón Millet • Ginecólogo

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