Acabo de leer un artículo muy optimista sobre la disminución de la mortalidad por cáncer. En efecto, desde 1990 hasta hoy se ha reducido en un 50% Esto es debido a una combinación de diagnósticos más precoces y a más, y mejores, tratamientos.
Es un dato que no se puede discutir. Los avances son innegables. Pero yo no soy tan optimista.
Los autores del artículo atribuyen la menor mortalidad exclusivamente al desarrollo de nuevos tratamientos. Y dan un ejemplo que me afecta: el cáncer de mama. Los que tratamos a pacientes con cáncer mamario hemos conocido una gran historia de éxito con el desarrollo de tratamientos para tumores HER2.
En efecto, en 1980 sólo había 2 tratamientos contra el cáncer de mama: la quimioterapia y los antiestrógenos (tamoxifeno). Pero los adelantos tecnológicos de esa década permitieron descubrir que uno de cada 5 tumores tenía en la superficie de sus células un receptor llamado HER2. Cuando se unía a ciertas proteínas, las células tumorales se multiplicaban y aumentaba su capacidad de invasión tisular y de migración hacia otros tejidos (metástasis). Este hallazgo llevó al desarrollo de un fármaco que era capaz de bloquear este receptor, evitando el desarrollo tumoral. La comercialización del fármaco ha confirmado los resultados del laboratorio, mejorando la supervivencia de las pacientes.
Hasta aquí los éxitos. No los discuto. Pero… creo que son la excepción.
Ser ginecólogo me permite conocer otros tumores: vulva, cuello uterino, endometrio, ovario… Veo que sus tratamientos no han mejorado significativamente en los últimos años. Y lo mismo ocurre con el cáncer de pulmón, de colon y del resto de tumores.
En mi opinión son la reducción del tabaquismo, la prevención de la obesidad y la promoción de hábitos de vida saludables los mayores responsables de la reducción de la mortalidad por cáncer.
¿El diagnóstico temprano con mamografías? Es de ayuda pero también conlleva problemas de sobrediagnóstico y multiplica las biopsias innecesarias. Aunque no soy experto sé que el uso del antígeno PSA – para detectar precozmente el cáncer de próstata-, las colonoscopias o las citologías Papanicolau aportan beneficios pero también inconvenientes.
Desde hace 120 años, el tratamiento del cáncer ha sido siempre el mismo: “cortar, quemar y “envenenar” al tumor. Desgraciadamente, la eficacia de los tratamientos sigue siendo insuficiente.
Por todo esto no soy tan optimista.
Antón Millet- Clínica Millet.
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