Un reciente estudio publicado en Obstetrics & Gynecology muestra que las mujeres sometidas a inducción de parto, tengan o no factores de riesgo médicos o complicaciones en sus embarazos, tienen un riesgo doble de ser sometidas a una cesárea. Una porción del reciente aumento en el número de cesáreas en pacientes sin complicaciones médicas podría ser secundaria a un aumento en el número de inducciones. Otra causa del aumento de cesáreas ser el creciente aumento en la prevalencia de la obesidad en las poblaciones de los países occidentales.
Este estudio implica que si se consiguiese reducir el número de inducciones de parto podría reducirse en un 20% el número de cesáreas.
Otros estudios ofrecen resultados similares – el aumento en las inducciones de parto se asocia a un aumento de las cesáreas- y sugieren que los trabajos de parto inducidos son distintos de los espontáneos. Algunos trabajos han demostrado, sin embargo, que la inducción de parto a partir de la semana 41 de gestación podría reducir la incidencia de cesáreas en algunas pacientes – obesas, diabéticas gestacionales, ganancia ponderal excesiva, sospecha de macrosoma y embarazadas hipertensas- : en efecto, en las pacientes en las que se sospecha que pueda existir una desproporción pélvico fetal, la inducción del parto antes de que el feto crezca demasiado puede reducir la incidencia de cesáreas.
Como siempre, la experiencia del equipo de ginecólogos será la mejor garantía a la hora de decidir si vale la pena inducir el parto.
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Clínica Millet - Clínica de la Mujer
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