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¿Las hormonas en la menopausia son buenas o malas? Depende…

Se llama María y tiene 54 años. No tiene reglas desde hace un año. Me dice que nota sofocos, sequedad vaginal, mala calidad del descanso nocturno y menos líbido. Su densitometría muestra ya algo de pérdida ósea pero su analítica es normal. Después de preguntarle exhaustivamente sobre sus antecedentes y sus hábitos de salud, le propongo un tratamiento hormonal… Y ella pone cara de horror: “¿¿¿¿Hormonas??? ¡¡¡No!!! ¡¡¡Son malísimas!!!!”

¿Crees que me lo invento? Pues te aseguro que me pasó ayer mismo. Y no me extrañó: con los tratamientos hormonales he visto de todo. Para entender estos miedos hay que entender lo que ha ocurrido con los tratamientos hormonales en los últimos años. Lo haré en 3 etapas.

  • Primera etapa

En la década de los 80 se generalizó el uso de los estrógenos tras la menopausia porque mejoraban el estado general de las mujeres, reducían los sofocos y mejoraban la vida sexual y la calidad de vida en general, reduciendo la pérdida ósea y las fracturas. En aquella época se suponía que también reducían el riesgo cardiovascular. ¿Qué problema tenían? Los estrógenos podían generar tumores uterinos. A este problema “uterino” se respondió asociando progesterona a los estrógenos. La progesterona protegía el útero sin eliminar los beneficios de los estrógenos: era la combinación perfecta y se prescribió masivamente hasta 2002.

  • Segunda etapa

En 2002 se publicó el estudio WHI que pretendía demostrar que las hormonas reducían el riesgo CV en mujeres con alto riesgo (mayores, con antecedentes, fumadoras,…). Sin embargo, el estudio mostró un aumento del riesgo CV y un leve aumento del riesgo de cáncer de mama (CM). Se dispararon todas las alarmas y caló el mensaje de que los tratamientos hormonales eran perjudiciales.

  • Tercera etapa

En los últimos 10 años se ha reanalizado toda la información sobre hormonas y menopausia. Hoy ya sabemos que en algunas mujeres predominan los beneficios mientras que en otras predominan los inconvenientes. Los ginecólogos y los médicos generales son los profesionales indicados para decidir qué pacientes son idóneas para ser tratadas. Sin embargo, cuesta mucho explicar esto a la población general – y a muchos médicos no ginecólogos-.

La idea que ha calado es que las hormonas son siempre peligrosas. Y no es cierto… pero hasta aquí lo que es Historia. Ahora os voy a actualizar cuáles son los beneficios y cuáles los inconvenientes reales de las hormonas.

Calidad de vida (estado de ánimo, calidad del sueño, vida sexual): los estrógenos mejoran la calidad y el número de horas de sueño. Reducen la irritabilidad y la ansiedad. El apetito sexual tiende a aumentar mejorando la elasticidad vaginal y reduciéndose la sequedad. La vida sexual es más satisfactoria. Globalmente mejora la calidad de vida.

Salud ósea: los tratamientos hormonales reducen muy notablemente la pérdida de masa ósea y las fracturas.

Cáncer de mama: los estudios iniciales sugerían un leve aumento en la incidencia de cáncer mamario cuando se administraban estrógenos y progesterona; en las pacientes que no necesitaban progesterona – por no tener útero- no aumenta el riesgo. Los aumentos de riesgo de cáncer de mama no se han observado en mujeres tratadas por vía transdérmica – parches, geles-; sobre todo si se usan preparados “naturales” de progesterona.

Riesgo cardiovascular: éste aspecto es más difícil de interpretar. En general, en mujeres en las que ya se ha producido un daño vascular en los años previos a la menopausia (por tabaco, colesterol, falta de ejercicio, obesidad,…) es mejor evitar los tratamientos hormonales. Por el contrario, en mujeres “sanas” – no fumadoras, delgadas, activas, sin alteraciones del colesterol- las hormonas reducen el riesgo de eventos cardiovasculares. ¿Cuál es la mejor manera de valorar el riesgo cardiovascular para saber si puedes tomar hormonas o no? El ginecólogo, el cardiólogo y el endocrinólogo, trabajando en estrecha colaboración, son los más indicados para determinarlo.

Además, las hormonas reducen el riesgo de cáncer de colon, recto, esófago y gástrico. También se reduce el riesgo de demencias, especialmente por enfermedad de Alzheimer.

Pienso que la mayoría de las mujeres sanas y jóvenes – menos de 60 años- postmenopáusicas desde hace menos de 10 años y sin antecedentes familiares de cáncer de mama son candidatas a tratamientos hormonales, sobre todo si han perdido ya algo de hueso. El trabajo en equipo entre ginecólogo y médico general permite individualizar los riesgos/beneficios que puede esperar cada paciente.

Explicar todo esto en consulta lleva su tiempo y a veces chocamos con la incredulidad y la desconfianza de las pacientes. Espero que este post sirva para estar mejor informados.

 

Antón Millet

Clínica Millet- Valencia- Liria.

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Médicos especialistas en ginecología, reproducción, diagnóstico prenatal, preparto y posparto, pediatría, endocrinología, deporte, psicología y medicina estética en Valencia.
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