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Mi perspectiva sobre la “oncología personalizada”

Perspectiva de Clínica Millet

El fin de semana pasado pude leer y pensar con calma. Últimamente no ha sido lo habitual… ya sabéis lo que es tener el tiempo justo para atender de forma apremiante” el siguiente compromiso urgente”. El viernes por la mañana, en el comité de cáncer de mama- del hospital, la doctora Ana Lluch citó un estudio recientemente presentado en la reunión anual de la Asociación Americana de Oncólogos Médicos.  

Ana no suele ser trivial así que lo he leído. 

Se incluyeron 9700 mujeres con cáncer mamario de pronóstico intermedio teniendo en cuenta las variables convencionales que usamos en la actualidad. Luego se sometieron a un estudio genético adicional de 21 genes y se observó que algunos tumores mostraban mapas genéticos “de buen pronóstico” que no requerían quimioterapia. Muchas mujeres que hubiesen recibido quimioterapia si no se hubiese hecho el estudio genético, no lo recibieron y no pasó nada… Muy interesante. 

Antes de seguir, y para los que el tratamiento del cáncer os suene lejano, os voy a dar un poco de perspectiva. También podéis escuchar esta parte en nuestro podcast. 

Hace 10 años, la lucha contra el cáncer estaba dominada por una visión “genómica” de la enfermedad. En efecto, el cáncer es una enfermedad genética: la mutación de ciertos genes condiciona el crecimiento descontrolado de las células afectadas. En aquella época se pensaba que identificar los genes mutados en la célula tumoral contribuiría a mejorar los tratamiento. Y como cada tumor tiene un diferente número de mutaciones, podríamos personalizar los tratamientos, aumentando su eficacia y reduciendo la toxicidad. En esto se basa el concepto de la “oncología personalizada”. 

Detecto una o varias mutaciones y genero un tratamiento específico para el tumor. Ambicioso, ¿verdad?, Quizás demasiado…¡ y también ingenuo! 

Sé que peco de escéptico pero sospecho que en la génesis de la idea ha sido determinante el reciente desarrollo de la tecnología para secuenciar el genoma celular – la totalidad del material genético de la célula-. Igual que un borracho busca su cartera perdida debajo de una farola encendida “porque allí hay más luz”, la comunidad científica se ha lanzado a atacar al cáncer con su nuevo “juguete” y un algoritmo muy sencillo -simplista, creo yo-: encuentra la mutación y corrígela con un fármaco. 

Esta estrategia ha servido en algún caso. Un ejemplo en cáncer de mama ha sido el desarrollo de Herceptin para tratar a mujeres con mutaciones de Her2. Hay algún otro ejemplo similar… pero muy pocos. 

La secuenciación del genoma tumoral, la tecnología que tanto prometía, no ha sido la panacea. Creo que, globalmente, los resultados han sido decepcionantes. Quizás es porque se olvida algo esencial: el entorno en el que viven las células tumorales y sanas  -con sus características hormonales y metabólicas-. En efecto, las células tumorales interaccionan con los tejidos sanos y muchos elementos  intervienen en este “diálogo”, influyendo en la génesis, crecimiento y diseminación tumorales.

No me malinterpretéis: las mutaciones aportan mucha información -crecimiento tumoral, capacidad de metastatizar, vulnerabilidades-, pero no podemos olvidar todo lo demás: para vencer al sistema inmunitario, para crecer en un tejido y no en otro, para metastatizar en uno u otro órgano, el tumor debe ser capaz de activar e inhibir multitud de genes en los tejidos “sanos” vecinos. Es necesario contemplar este diálogo entre genes mutados y  “sanos” como un elemento esencial para entender el comportamiento tumoral. 

¿Qué me sugiere todo lo anterior y la lectura del artículo?

Que no debemos reducir la investigación en cáncer de mama a buscar la “mutación origen de todos los problemas”. Probablemente deberíamos contemplar también procedimientos menos tecnológicos -y no ceñirnos a la secuenciación del tumor- y tener en cuenta elementos no relacionados con el tumor sino con las condiciones de la anatomía o el metabolismo -bioquímico, hormonal- de la paciente. 

Por lo que respecta a la información puramente genética, el Big Data nos enfrentará dentro de muy poco a cantidades ingentes de información que deberemos abordar con algoritmos combinatorios complejos – por ejemplo, se sobre-expresan los genes A y C pero no el B ni el D-.  Estas combinaciones se relacionarán con el grado de respuesta a los tratamientos. 

Hará falta más tiempo, mucha paciencia y un toque de escepticismo, hasta encontrar las mejores estrategias personalizadas para tratar -a veces para no hacerlo- a nuestras pacientes. 

Antón Millet – Clínica Millet

------ ginecologos valencia-
Clínica Millet - Clínica de la Mujer
Médicos especialistas en ginecología, reproducción, diagnóstico prenatal, preparto y posparto, pediatría, endocrinología, deporte, psicología y medicina estética en Valencia.
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