Breve puesta al día.
Si estás embarazada seguro que me has oído hablar de la preeclampsia (preE). Seguramente es la complicación gestacional que más miedo me da. Se caracteriza por aumentar la tensión arterial y afectar a muchos órganos (hígado, riñones, cerebro, placenta). Como este post pretende ser corto, no me voy a extender demasiado sobre la enfermedad. Solo os diré que aparece en el 5% de las embarazadas – ¡es muchísimo! – y que no tiene cura: el único tratamiento eficaz consiste en acabar el embarazo, por lo que contribuye de forma notable a aumentar las tasas de prematuridad, así como la morbilidad neonatal y perinatal (1,2) .
En mi opinión, la preE nos enfrenta a varios problemas importantes: primero, no sabemos qué pacientes la van a desarrollar; segundo, disponemos de pocos fármacos para prevenirla. Por último, si parece que una paciente está empezando a desarrollar una preE, carecemos de una prueba diagnóstica confirmatoria.
Empecemos por el principio: ¿qué paciente tiene un alto riesgo de desarrollar una preE? Hasta ahora habíamos usado los factores de riesgo(3) : si una gestante era hipertensa, había tenido una preE en una gestación previa, tenía una enfermedad autoinmune o renal, o presentaba una gestación gemelar, era una gestante de alto riesgo. La fiabilidad de este método no superaba el 40%. Felizmente, en los últimos años se ha consolidado el uso de un algoritmo en 1º trimestre – combina características maternas, presión arterial media, resistencia de la arteria uterina y niveles de un marcador bioquímico, el factor de crecimiento placentario (PlGF)- para predecir la preE pretérmino, con una sensibilidad del 82%, pero tiene una utilidad limitada para predecir la preeclampsia a término(4) . Como veis, es el doble de sensible que usar que usar los factores de riesgo. ¡El problema es que sólo el 0,5% de todas las preeclampsias se produce en gestaciones pretérmino! La mayoría de las preE tienen lugar a partir de la semana 36 y no disponemos de pruebas fiables en esas semanas. Como ginecólogo, necesito una prueba que, en semana 12, me diga qué pacientes van a desarrollar una preeclampsia prematura, qué pacientes la van a desarrollar a término y qué pacientes no la van a desarrollar nunca… y creo que tendré que esperar un poco más.
El segundo problema consiste en disponer de un fármaco que reduzca significativamente el riesgo de preE. En este campo, quizás, es donde más se ha avanzado: el ácido acetil salicílico – la aspirina- a dosis altas y administrado tempranamente en el embarazo ha demostrado reducir el riesgo de preeclampsia de forma notable(5) . En general, se tolera bien durante el embarazo y no suelen producirse hemorragias. Hay que tomarlo con el estómago lleno.
El tercer problema consiste en que, cuando una paciente presenta algunos síntomas compatibles con preeclampsia, no sabemos si finalmente la desarrollará o sólo se trata de una falsa alarma. Aquí también hay avances: los biomarcadores sFlt-1 y el PlGF se están usando clínicamente para excluir la preeclampsia en mujeres con resultados normales (ratio inferior a 38). Sin embargo, la sensibilidad de la prueba es modesta(6).
Soy optimista. Creo que en los próximos años se descubrirán biomarcadores provenientes de órganos involucrados en el origen de la preE – placenta, el sistema cardiovascular y los riñones- para mejorar la predicción y el manejo de la enfermedad.
Hasta entonces tendremos que contentarnos con lo que tenemos.
Dr. Antón Millet
Bibliografía:
(1) Chappell LC, Cluver CA, Kingdom J, Tong S. Pre-eclampsia. Lancet 2021. London, England
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